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4 Mar

Hablar para que los niños NO piensen

Educar con inteligencia emocional

“La vida en familia supone nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional”.

Daniel Goleman

Si quiere que sus hijos sigan exactamente sus instrucciones,

hagan lo que usted quiere y

NO piensen por sí mismos:

 

1. Dígales exactamente lo que piensa en todas las ocasiones.

 

2. Evalúe sus ideas y afirmaciones tan pronto como las expongan. Etiquételas como “buenas” o “malas”.

 

3. Cada vez que disponga de la oportunidad, ofrézcales los sabios consejos de su propia niñez (“Cuando yo tenía tu edad…”)

 

4. Elimine cualquier posibilidad de decepción evitando que los niños sigan un camino que usted cree que no es correcto. “Es imposible que eso funcione”. “A nadie en su sano juicio se le ocurriría una cosa así”.

 

5. Muestre seriedad en todo momento. Los deberes, las tareas domésticas, ocuparse de los más pequeños, las actividades extraescolares y los deportes son responsabilidades que deben abordarse de manera solemne, decorosa y estoica.

 

6. Mejor ahorrarse palabras que desperdiciarlas. No hay necesidad de repetirse. Las explicaciones deberían darse una sola vez. Los niños precisan escuchar atentamente la primera vez y, además, saben qué quieren decir los adultos.

 

7. “Haz lo que yo diga, no lo que yo haga”.

 

8. Haga que sus hijos le consideren perfecto o perfecta. Nunca les demuestre que no entiende algo o que se ha equivocado.

 

Estas instrucciones, que están en el libro “Educar con Inteligencia Emocional”, plasman cierta sabiduría convencional legada por anteriores generaciones. No se trata de debatir sobre si son “correctas” o “erróneas”, sino de cuestionarnos si son adecuadas para esta época o para tiempos venideros en que nuestros hijos deberán ejercer como adultos.

 

Educar con inteligencia emocional

 

Según Daniel Goleman, considerado el padre de la inteligencia emocional (al menos en lo que a su divulgación se refiere), “la vida en familia supone nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional; en tan íntimo caldero aprendemos qué sentimientos abrigar hacia nosotros mismos y cómo reaccionarán los otros a tales sentimientos; cómo pensar acerca de esos sentimientos y qué elecciones tenemos a la hora de reaccionar; cómo interpretar y expresar esperanzas y temores. Esta escuela emocional funciona no sólo a través de lo que los padres dicen o hacen directamente a los niños, sino también en los modelos que ofrecen a la hora de manejar sus propios sentimientos y aquellos que tienen lugar entre marido y mujer”.

Cuando los progenitores animan a sus hijos a pensar por sí mismos, tienen la responsabilidad de establecer un marco moral. Guiarles con destreza a través del proceso de resolución de problemas ayuda a los niños a pensar en sus conductas a través de esos valores, que les servirán de punto de referencia para fijarse sus propios objetivos.

Si queremos educar con inteligencia emocional, “la clave es sermonearles menos y escucharles más; sustituir la coacción por la persuasión; forjarles el carácter desde el interior de sí mismos, no a base de exigencias. Se trata de guiar y facilitar, más que pontificar o exigir”.

 

Bibliografía:

Educar con inteligencia emocional

Maurice J., Elias; Maurice J, Elias y Brian S. Fridlander: Educar con Inteligencia Emocional. Ed. De bolsillo.

Fotografía: Pixabay.com. Sin necesidad de atribución.

Ana Díaz

Periodista.

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