To top
22 Dec

La vida no va de competir, va de empatía

A veces los padres sólo vemos el valor académico de los niños. Nuestros miedos y preocupaciones nos impiden ir más allá y ver el resto de sus virtudes”.

Érase una vez un colegio, como otros tantos colegios, al que los niños acudían cada mañana con las legañas en los ojos y los pelos de punta. Con no más sueño que ganas de aprender. Muchos estaban allí desde las 9, otros desde las 7, algunos iban incluso sin desayunar, porque sus padres tenían que ir a trabajar y no tenían con quien dejarlos. La salida era a las cinco y cuarto, pero algunos de estos niños se quedaban hasta las 7, en guardería o en actividades extraescolares, porque sus papás no podían recogerles antes. Como otros muchos escolares, ellos también tenían deberes para casa (desde los 6 años) y si no los hacían sus profesores les castigaban sin patio.

Los padres de este colegio estaban muy preocupados por la educación de sus hijos. Era un colegio privado y pagaban una importante suma de dinero para asegurarse de que sus hijos aprendían todo lo necesario. Ellos, mejor que nadie, sabían que hablar idiomas era muy importante en el mundo profesional y muchos de estos niños hacían exámenes de Cambridge desde los 7 años. Otros estaban apuntados a alemán, todos aprendían francés y alguno incluso chino. Además, también había un gran número que iba a clases de música, baloncesto, fútbol o robótica.

Este colegio estaba en un lugar, no muy lejano, donde el desempleo juvenil rondaba el 50%. De ahí la tremenda preocupación por el futuro de estos niños y el elevado nivel de exigencia académica. Los padres trabajaban muy duro para poder pagar las mensualidades. La competencia era fuerte y ninguno de ellos se atrevía a hacer otra cosa que no fuera trabajar y trabajar. En el colegio, los profesores hacían lo mismo. De hecho, los que no cumplían las expectativas terminaban en la calle sin muchas contemplaciones.

medal-646943_1920

La directiva del colegio quiso responder a la preocupación de los padres y demostrar la excelencia educativa del centro otorgando diplomas anuales a los mejores alumnos. Pensaban que así los niños se esforzarían por competir entre ellos, lo que elevaría sus puntuaciones en los exámenes estatales, pondría muy contentos a sus padres y atraería a futuros alumnos.

Las notas eran muy importantes para los padres y profesores, pero no tanto para los niños…

El día antes de la entrega de estos diplomas anuales a la excelencia académica, un niño le preguntó a su madre si él tendría alguno de estos diplomas. Ella le respondió que no lo sabía, aunque pensaba que no, porque ningún profesor se lo había comunicado. Tal y como se esperaba su madre, este niño no obtuvo ninguna distinción. Al llegar a casa ella le preguntó: ¿Te dieron diploma? Él respondió: No mamá, pero no me importa porque le dieron uno a mi mejor amigo y ha sido muy emocionante.

Unos días después, la madre de su amiguito se dirigió a esta mamá para decirle que su hijo estaba feliz, pero no por el diploma. Aquella distinción académica no le había importado nada. De hecho, lo había dejado tirado al llegar a casa. Lo que le había hecho tan feliz no era otra cosa que el sincero abrazo que le dio su mejor amigo al felicitarle. Fue tal la emoción que sintió que hasta se le habían saltado las lágrimas, le dijo.

Empatía

Empatía

La vida no va de competencia, va de empatía y amistad, y nada merece la pena si no puede ser compartido”.

Aquellas madres aprendieron mucho de sus hijos ese día… porque a veces los padres sólo nos fijamos en el valor académico de los niños. Nuestros miedos y preocupaciones nos impiden ver el resto de sus virtudes. Buscando lo mejor para ellos, no nos damos cuenta de que ya lo tienen, es su infancia. Sucede igual en los colegios, confundimos la excelencia con la exigencia. No toda la educación es académica. Los alumnos no son sacos que hay que llenar de conocimientos. En realidad, son personas llenas de emociones y sentimientos, y eso es mucho más importante que todos los datos que puedan memorizar.

Estos niños solo tenían 8 años, pero creo que ese día nos dieron una lección de vida a todos. Porque la vida no va de competencia, va de empatía y amistad, y nada merece la pena si no puede ser compartido. Me niego a pensar que la vida es un valle de lágrimas, una lucha sin cuartel de feroz competencia. Estamos aquí para vivir, disfrutar y hacer felices a los demás, no para sufrir, competir y ganarnos la vida.

Es la empatía, no la competencia, la que nos hace humanos. Por eso me gusta tanto esta frase de Aristóteles: “Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”.

 

Este artículo ha sido publicado previamente por su autora y editora de este blog, Ana Díaz, en la web Gestionando Hijos.

 

Ana Díaz

Periodista.

15 Comentarios
  • Mabel

    Hola, me ha encantado este post y totalmente convencida de que esto no va de competir sino de tener empatía y cooperar. Comparto un enlace que también va en esta línea.¿Qué educación necesitan nuestros hijos para afrontar el futuro? Por Tony Wagner, director del Laboratorio de Innovación de la universidad de Harvard.
    http://one.elmundo.es/que-educacion-necesitan-nuestros-hijos-para-afrontar-el-futuro/

    22/12/2015 at 12:46 pm Reply
    • Ana Díaz

      Muchas gracias, Mabel. Un saludo :)

      22/12/2015 at 2:44 pm Reply
  • Blanca Baraciarte

    Ana, como docente ya jubilada, comparto totalmente tus apreciaciones pedagógicas. Además me pareció muy acertada la narración, porque por mi conocimiento particular, pienso que retrata muy bien una realidad.

    22/12/2015 at 5:51 pm Reply
    • Ana Díaz

      Muchas gracias, Blanca. Eres muy amable. Un cordial saludo.

      22/12/2015 at 6:06 pm Reply
  • Rosa

    Me ha encantado el post. A ver si poco a poco vamos empujando para que la educación sea más humana y tenga más en cuenta la importancia del trabajo en equipo y la colaboración. Un saludo

    23/12/2015 at 6:11 pm Reply
    • Ana Díaz

      Un saludo, Rosa. Muchas gracias :)

      23/12/2015 at 8:19 pm Reply
  • El arte de aprender enseñando

    Me ha encantado su entrada, por lo que la he compartido en mi blog para que mis demás compañeros también puedan conocer dicha historia. No he compartido dicha entrada rebloggeándola puesto que de esa forma no aparece al completo en mi blog, sino que la he copiado pero citado a usted en todo momento. Espero que no le moleste y si es así comuníquemelo, no es mi intención. Un saludo y enhorabuena por sus entradas :)

    Aquí le dejo mi blog:
    https://mareipae.wordpress.com/2015/12/28/bonita-historia-y-verdadera-realidad/

    28/12/2015 at 7:54 pm Reply
    • Ana Díaz

      Muchas gracias. Si se cita y se respeta el contenido, no tengo ningún inconveniente… Un saludo.

      28/12/2015 at 8:06 pm Reply
  • Paulina

    Gracias Ana, un gran artículo.. ¡me lo llevo al facebook! Un abrazo y Feliz 2016¡

    02/01/2016 at 2:36 pm Reply
    • Ana Díaz

      ¡Muchas gracias a ti, Paulina! ¡FELIZ 2016! :)

      02/01/2016 at 2:43 pm Reply
      • Paulina

        Parece que el 2016 traerá buenas nuevas para la educación!!! :-)

        02/01/2016 at 2:50 pm Reply
  • Inmaculada

    Me enamoré de esta reflexión y sin tu permiso me dejé llevar e hice una pequeña composición en mi blog, poniendo por supuesto la procedencia. Espero que no te moleste, ya me cuentas. Creo que debería ser leída por el mayor número de personas posible. Aplicable al entorno educativo y como personal sin duda.
    Besos.

    18/02/2016 at 1:33 pm Reply
    • Ana Díaz

      Hola Inmaculada. Muchas gracias por tu cariñoso comentario. Me encantará visitar tu blog. Me puedes decir cómo se llama? Besos.

      18/02/2016 at 1:50 pm Reply
      • Inmaculada

        Perfileando, será un placer que lo visites. Besos.

        18/02/2016 at 8:02 pm Reply
      • Inmaculada

        Perfileando, seá un placer verte por allí. Besos.

        19/02/2016 at 1:57 pm Reply

Leave a reply